• Si es originario de esta localidad/provincia/región, ¿cómo describiría su vínculo a este sitio?
  Considero que nada en este mundo sucede por mera casualidad. Este lugar, en el que fui nacida y criada, es mi lugar de origen, el emplazamiento inicial de mis raíces; lo cual no significa que el lazo emocional sea de gran importancia para mí, ya que aún tengo ciertos resentimientos hacia la tierra, el clima y su gente, cuestiones del pasado, la ventana cerrada y la imposibilidad de salir a jugar por el viento… aspectos que han marcado mi personalidad. Soy esta misma ciudad, llevo su educación y su paisaje en mí, a pesar de que intento evitarlo y encontrar el color, la luz y la brisa calma.
• ¿Qué marcaría como frontera entre un exterior y un interior del territorio que usted configura?
  Mi pensamiento traza los límites. No conozco de esta provincia más que un par de sitios turísticos. No tengo noción de la aridez del interior ni del sufrimiento sin comunicación. Sé qué es Río Gallegos, lo recorrí por zonas, sin ahondar en sus sitios más bajos y desesperantes. Mi territorio es mi casa, el sillón delante de la ventana siempre cerrada, la ría allí abajo, mi familia y el rostro humano, mi colegio de la infancia y algunos hogares vecinos y amigos, mi propia cabeza y mi sueño de todos los días.
• Situándose en uno de los cuatro puntos cardinales, ¿podría describir y/o dibujar desde allí su mapa de Santa Cruz?
  No, no podría hacerlo. Sí te diría dónde siento que están el sur, norte, este y oeste según la manera en que el punto de referencia me dicte, pero la orientación exacta es imposible… soy un individuo, y esta naturaleza, a pesar de ser mía, aún me es extraña.
• ¿Qué imágenes -visuales, sonoras, olfativas, táctiles, gustativas, corporales en general- le aparecen ante una expresión como "el Sur"?
  Imágenes visuales: mi papá saliendo por la ventana, debido a la cantidad increíble de nieve que cubría la puerta de entrada de mi casa. La miseria escondida en una casilla de chapa de un hombre que era albañil y antes vivía dentro de un auto. Los ojos de un muchacho cerrándose por el viento y la tierra. Las manos heladas juntas y el humo saliendo de las bocas de los transeúntes. Imágenes sonoras: el viento silbando. El chamamé en un día de furia y frío. El tiritar de los dientes. El quiebre del hielo. Las hojas de los árboles meciéndose con fuerza. Imágenes olfativas: aire gélido. Bosque y madera húmeda. El aroma impregnado en la ropa y en el pelo luego de salir a jugar (¡es tan característico en todos los que caminan!) Imágenes gustativas: nieve. La comida que hacen mis padres. El chocolate caliente. Imágenes corporales: la cabeza gacha evitando la tormenta, la espalda arqueada, los brazos abiertos, el caminar hacia atrás, el correr tras un papel que se vuela, las manos sobre la pollera flameante del uniforme, el resbalar crónico en invierno, el frotar de las manos, los ojos semi cerrados, el ceño fruncido, las manos que desaparecen entre la ropa, la bufanda de color tapando medio rostro.
• ¿Qué le sugieren aspectos del territorio como la cordillera, la meseta, la costa?
  La costa es belleza, movimiento, furia desatada (está vivo el mar… si uno arroja una piedra las siguientes olas serán más vigorosas, con menos espuma), es una boca abierta, y salada… es mi mamá gritando que se mojó los pies, mi perra corriendo, yo tratando de cazar un pingüino. La tranquilidad y ese ruido inmaculado, la cabeza entre las piedras, el cuerpo relajado y los ojos cerrados, sólo oyendo el mar. La meseta es un camino en auto, mi cara adherida al parabrisas viendo las líneas de color musgo que la recorren, la radio am y los anuncios de las estancias. La cordillera es la búsqueda del cóndor, el silencio inminente, la reflexión de la vida y sus límites, los salpicones de nieve en las puntas, el Chaltén glorioso en un colectivo de egresados, Bariloche y sus senderos, es la tierra, la verdadera tierra, no el polvo de todo lo demás.
• ¿Qué percepciones o recuerdos asocia con las islas, el estrecho, el continente, la Antártida?
  Acerca de las islas sólo recuerdo haber llorado en octavo año al leer la carta de un profesor de Buenos Aires a sus alumnos; él mismo, un jovencito recién recibido, murió en Malvinas. He llorado mucho por aquello… tomé ese asunto como algo personal. También grité cuando Argentina fue vencida en el Mundial por Inglaterra y me enfurecí cuando supe lo que hizo Margaret T. Adopté como mías las percepciones de los demás, pero luego descubrí que un trozo de tierra no mata, y no se debe morir por él, lo perdido, lo ocupado, ¡está!, y nada más. Acerca del continente, el estrecho y la Antártica, no he meditado jamás.
• ¿Existe para usted algo singularmente patagónico o santacruceño o galleguense?
  No lo sé. No me remiten a este espacio los sitios turísticos y los souvenirs que de aquí se llevan los europeos… creo que el abrigo pesado y el aire cual si fuera un gas, surgiendo de las bocas en invierno… la manera de andar… de cobijarse del mundo.
• ¿Qué cualidades sensibles estima propias de la región/provincia/localidad?
  Hay una especie de complicidad con el entorno propia de cada persona que reside en Río Gallegos. Una indiferencia que de vez en cuando ocasiona rivalidad. Tenemos plena conciencia de que somos individuos, y estamos al tanto de nuestras imperfecciones y diferencias (es un pacto cómplice; sabemos y sin embargo no confesamos). Esto lo noto demasiado, y es una actitud singularmente galleguense… el encierro bajo techo, el contacto visual, pero siempre desconociendo al otro por más análisis que se le haga. Es una ciudad muy fría, muy distante, con una personalidad impenetrable y cierto recelo al hablar y contar de ella misma. Estas no son cualidades, son defectos. Si tuviera que hablar de una cualidad, diría que sabemos de la vulnerabilidad humana a las condiciones climáticas… por ello sentimos pena por el que no tiene donde dormir, cómo abrigarse, cómo vivir, los comprendemos.
• ¿Las reconoce de algún modo en sus procesos creativos y/o en sus obras?
  Reconozco en mí el frío, la distancia para con los demás (mis cuentos hablan por lo general de individuos solitarios, rebeldes con su tierra y su emoción, una alienación del espacio y el tiempo). Escribo porque me resulta dificultoso entablar una plática y expresar lo que siento mediante mi voz. Paso tanto tiempo dentro de un lugar cerrado que aprendí a valerme de las relaciones cercanas para crear e imaginar. El sueño es una fuente primordial de inspiración: lo extraño es que sueño escenas con una iluminación plena y siempre llevo sobre mí prendas livianas… inconscientemente hay un rechazo al clima y a la gente, a la mente cerrada y la historia reciente. Somos un rompecabezas, no tenemos aún una identidad formada, sólo un conjunto de individuos que habitan en un lugar común.
• ¿Qué colores, formas, movimientos, sonidos, palabras son para usted emblemáticos del territorio?
  Colores: la gama de los tierra. Todo pigmento natural es representativo de este lugar. Los plenos planos son característicos. Formas: Líneas horizontales formando, quizá, rectángulos y paralelogramos. Movimiento: rectilíneo uniforme. Sonidos: silbido y silencio interrumpido por pocos autos y pasos apresurados. Palabras: ventoso. Furioso. Monótono. Cíclico. Repetido. Cambiante durante las tardes. Regreso. Cuna. Partir. No hay escape. Conservador. Poco despierto. Intrigante. Escondido. Increíblemente extenso y magnifico, según la iluminación y los ojos que admiren.
• ¿Cuál es el lugar entrañable de su residencia en este territorio?
  El lugar entrañable de mi residencia aquí es la ría. Mi infancia ha sido allí abajo, antes de que la marea suba, cuando la inmensidad era de piedras pequeñas y de colores, y unos escombros gigantes, una simulación de hogar perfecto, donde jugaba con mi mejor amiga. También era la costa el sitio predilecto para el paseo familiar. Era símbolo de unión para nosotros… un domingo tranquilo y el esfuerzo de las piernas por llegar hasta la civilización, tan lejos del agua fría y de los restos de caracoles.
• ¿Cuál es el momento entrañable de su residencia en este territorio?
  Cada nevada fue diferente. Las de mayor intensidad me permitían la risa y el armado de muñecos blancos y gigantes. La nieve pacífica y fina daba lugar a la reflexión y al abordaje de la adultez por momentos. Hace muchos años que no nieva… siento nostalgia de eso… da lástima ver caer esos copos mezclados con lluvia y viento, cuando los del año 95 eran esferas de material consistente y maleable. También enamorarse en invierno y citarse a las ocho de la noche en una plaza, es alucinante y difiere de cualquier experiencia imaginable.
• ¿Qué palabras sintetizarían la idea del habitar en este lugar?
  Vulnerabilidad. Concentración. Introspección. Búsqueda continua y agobiante. Refugio. Crecimiento. Visión parcial del mundo. Lejanía. Contención muda. Impotencia. Envidia y orgullo.
• Si tuviera que tomar una foto no turística del paisaje -humano y/o natural-, ¿cuál sería?
  Tomaría una foto desde el sitio donde me gusta sentarme y pensar que este lugar es tan bello, que es imposible darle el valor que se merece… luego cambio de silla y vuelvo a afirmar que la monotonía me mastica diariamente, y que necesito salir a la luz y ponerme un vestido y sentir el pasto fresco bajo mis pies.
• Si tuviera que grabar un sonido para ser enviado a alguien que no pudiera ver, ¿cuál elegiría?
  Grabaría el sonido que oigo en las mañanas de viento, y el ruido que hace el agua cuando choca con las piedras.
• ¿Cuál es el aspecto más sombrío o misterioso, y cuál el más diáfano o claro de este territorio?
  El aspecto más sombrío es la sensación abismal que te produce mirar hacia los costados y no hallar escapatoria hacia el futuro. Es traumatizante cruzar una calle céntrica durante un día calmo con el semáforo en verde, y observar que en los alrededores no hay presencia humana, ni tampoco fuerza alguna que te impida el caminar (es tanta la libertad que uno comienza a tener miedo). El aspecto más diáfano es el cielo, que tiene un valor preponderante por sobre la tierra, y que por suerte aún no ha sido conquistado por ningún edificio.
• Si su lugar de residencia fuera el centro del mundo ¿hasta dónde se extienden su sur y su norte? ¿Hasta dónde llegan su este y su oeste? ¿Cuáles serían sus puntos más alto y más bajo? ¿Cómo describiría "el tiempo" que modela su subjetividad en relación al vivir en su territorio?
  Si estuviera ahora mismo en el centro del mundo, mi norte sería Cuba, mi oeste, África, mi este, India, y el sur, la Antártida (no confío en ningún mapa; me disgustan de singular manera); los demás lugares se ubicarían espacialmente donde les plazca, siempre que sea alrededor de esta ciudad. Las distancias serían tan cortas que tardaría dos horas en llegar a cada país, y estando, por ejemplo, en India tocando el citar, escucharía a lo lejos (como si se tratase de un pueblo vecino) el sonido de la rumba. El tiempo aquí va en retroceso. Cuando se desarrolla la guerra en el mundo, el reloj te obsequia la paz. Es uniforme, está fragmentado, y es estudiado por aquellos economistas de las grandes ciudades que no tienen espacio en sus bolsillos para llenarse de horas. El ritmo no cambia, la monotonía es constante, por eso uno nunca está apurado, y llegar tarde resulta una costumbre. El viento te detiene, y el caminar es tan pausado como las agujas. En invierno las noches son interminables y estamos en sintonía con los países más pobres. En cambio, en verano, el sol tiene un período de aparición más extenso, y uno se da la libertad de divagar por las urbes cosmopolitas, qué Paris, qué Londres… este cielo iluminado vale cien veces más que sus arquitecturas.